domingo, 9 de junio de 2013

Ensayo sobre la esencia divina y la educación obnubilante.


Por: Juan Carlos Martínez P.
(Kelsang Drubchen).




"Este mundo sería el mejor de todos los mundos posibles
 si no hubiera ninguna religión."    
(Emmanuel Kant)

Está dispuesto Dios a prevenir la maldad, pero no puede? 
Entonces no es omnipotente.
¿Puede hacerlo, pero no está dispuesto?
 Entonces es malévolo.
¿Es capaz y además está dispuesto?
 Entonces, ¿de dónde proviene la maldad? 
¿No es él capaz ni tampoco está dispuesto? 
Entonces, ¿por qué llamarlo Dios?”. 
(Epicuro)







¿Cómo es la naturaleza real del ser humano?  Debido a que nosotros, a través, del proceso educativo vamos siendo condicionados  día con día en el seno familiar, la escuela y sobretodo   con  la religión, es evidente que olvidamos la naturaleza real del ser humano   y para rescatar o atisbar esa naturaleza esencial humana debemos retornar a la esencia natural que manifiesta el humano en sus primeros años de vida, donde la educación como factor condicionante aún no ha ejercido su poderosa influencia. Partiendo de la premisa que “educación es sinónimo de condicionamiento”.

El ser humano nace siendo un ser feliz, honesto  y pleno ante si mismo y los demás, pues  un bebé llora cuando tiene hambre y ríe cuando  así lo siente; es decir que  se manifiesta tal como es.

Poco tiempo después el niño se manifiesta como un investigador  natural empírico, quien a través de sus sentidos quiere conocerlo todo… y ahí empieza la familia a condicionarlo con regaños y prohibiciones con la finalidad de protegerlo.  Posteriormente y con el uso de sus primeros razonamientos,  frente al mundo que le rodea quiere saberlo todo… y manifiesta un filósofo natural  que cuestiona  todo y por todo con un porqué, para qué, y cómo… y  llegará el momento en otra vez la familia opaca la esencia natural del Homo Sapiens, ése ser pensante que busca encontrar la verdad y la razón de las cosas y su lugar en el mundo.





Posteriormente  y siguiendo el proceso, que denominamos normal, él tendrá que ser sometido a un sistema educativo formal que se encargará de opacar su verdadera naturaleza intrépida, que le lleva sin temor alguno  a trepar el árbol, arrojarse desde lo alto, etc… para enseñarle los “buenos modales” que debe seguir en medio de un mundo condicionado por los miedos y la ignorancia.

Una naturaleza esencial del niño es la capacidad imaginativa que como artista natural poseé, es capaz de hacer de un palo un caballito, de un zapato un teléfono, pero sobretodo , de construir el mundo desde su perspectiva y su imaginación ilimitada…  y otra vez la educación social se encargara de anular al artista innato sometiéndolo a lo que denominamos lo real y verdadero, a la realidad convencional a la que seremos esclavizados de por vida.

Antes de que el proceso educativo  integre en su corazón el sentido egótico de competencia e individualidad, el niño es un ser amoroso y emocionalmente sano, pues un minuto después de pelearse con sus amiguitos  ya los estará abrazando. 

El niño es un místico natural  que logra entrar un éxtasis al contemplar una flor, escuchar la sinfonía natural del viento y mirar la magia de una estrella . El  vive en el aquí y ahora, en el eterno presente, para él no existe pasado ni la preocupación por el futuro…

Un niño comparte cuanto tiene, desde un dulce hasta sus sueños, es por ende, un altruista natural.

Cuando al niño ya  se le ha  educado enseñándole a sentirse y saberse único e irrepetible, se  le inserta en un mundo  de egoísmos y de lucha contra los demás, aparece el factor condicionante de mayor impacto, la religión.

Los 3 factores esenciales de la educación condicionante y obnubilante del ser humano son la familia, la escuela y la religión. Esta última se encarga de someterlo a través de tradiciones, miedos y dogmas, privándolo fundamentalmente, de su verdadera y natural  esencia divina.

Luego entonces sí el hombre nace siendo un ser virtuoso, intrépido, amoroso, filosófico, creativo, imaginativo, que ama la vida y sus semejantes ; sano física, mental y emocionalmente .  Es decir, nace siendo un ser iluminado, la Budeidad encarnada, la Cristificación búdica, etc…  y , ¡oh, terrible realidad, que  le espera en su tránsito por la vida y sus condicionantes procesos educativos! Que , irremediablemente,  le llevaran a terminar el viaje  siendo un anciano enfermo, peleado con la vida y consigo mismo; Ajeno al mundo, egoísta, amargado e  ignorante de su esencia divina y de su deber para consigo mismo, con la vida y el universo; Arrepentido, frustrado y ante todo lleno de miedos y   angustias, sintiéndose un estorbo en la familia… y ,sobretodo, sabiendo que sólo  fue  objeto de lucro, esclavismo,  enajenación  y explotación a lo largo de su vida.

Cabe entonces preguntarse cuál es la causa que media entre el ser de luz que nace y el monstruo de la obscuridad  en que fallece. La respuesta es evidente: un proceso educativo que responde,  sobretodo,  a intereses de un sistema social,  que sobrevive esclavizando y sometiendo al hombre  a un esclavismo egótico basado en la ignorancia de su Divina esencia.


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